THE LORDS OF SALEM

LAS CENTINELAS

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Cierta personalidad de renombre, nada que ver con lo fantástico, dijo en una ocasión una conocida frase que me caló bastante hondo en el momento en el que la escuché; “dejamos de temer aquello que se ha aprendido a entender”. Una afirmación que podríamos extrapolar al género que nos ocupa, y más concretamente a “The Lords of Salem”, la nueva película de Rob Zombie (“Los Renegados del diablo», “Halloween, el origen”).

lords of salem 3Debatía no hace mucho sobre cómo el horror cinematográfico actual había retomado el terror realista, sucio y macabro que imperó a finales de los setenta con obras maestras como “La matanza de Texas”, entre otras. Un terror cortante y directo en donde nuestro miedos son fruto no de entes invisibles o sobrenaturales, sino de las mismas personas, en ocasiones disfrazadas de corderos, que no esconden otra cosa que su naturaleza maligna, su condición de “hombres del saco”. Un miedo veraz, fascinante en muchas ocasiones, que poco tenía que ver con el que le precedía, un horror sobrenatural, diabólico, en donde el mal no se veía. Simplemente se sentía.

Resulta cuanto menos curioso y llamativo que sea el propio Zombie quien, a través de un relato de brujería, centinelas y demonios, haya recogido el testigo de aquel fascinante cine tan denostado en nuestros días, renovándolo y otorgándole un estilo tan polémico como deslumbrante.
Una obra más compleja de lo que su sencillo argumento hace creer, modélica y heterodoxa, donde la fuerza de las imágenes y la puesta en escena son las verdaderas protagonistas de la función; lords of salem 4secuencias de una alegoría atronadora, inaudita en estos tiempos, con ecos de Lynch, “Los demonios” de Ken Russell e incluso en un momento concreto del mismísimo Buñuel. No obstante, cierto es que el maestro John Carpenter se lleva los honores en cuanto a influencia, más que a nivel argumental, en cuanto a estética (calles nocturnas vacías, iglesias y habitaciones decoradas con grandes cruces iluminadas con un rojo intenso…) y banda sonora se refiere (magistral, magnética, destinada a convertirse en referencia de lo fantástico).
Un simbolismo brutal, por momentos hipnótico, en donde no son pocas las referencias cristianas (el número cinco -representación de la gracia de Dios en contra del sentido diabólico, la estrella de cinco puntas-) que el director altera a su antojo, convirtiéndolos en lo que podría considerarse el reverso diabólico del origen cristiano. Tan brutal que puede provocar rechazo e incluso desconcierto. Pero para el realizador de «Halloween»  el horror no entiende de lógica ni razón. Se teme porque se desconoce, y aquí reside el gran acierto de la película (y licencia, todo hay que decirlo).

lords of salem 1Tampoco son escasas las alusiones que el cinéfilo más ambicioso encontrará a lo largo del metraje (el más evidente, “La Semilla del diablo” de Polanski). Sin embargo, lo más destacable de Zombie es que, más allá del homenaje intrínseco, es capaz de recrear por momentos la auténtica esencia que arrastraban las joyas de aquella época gloriosa. Aquí la admiración cinéfila no reside en escenas concretas, personajes, etc; es la propia película en sí.

Un final memorable, operístico, en donde el director asume por entero el control de la función, pone el broche final a un film sorprendente e intenso en donde la aceptación del juego que propone (evidente en los primeros minutos de metraje) es necesario para sacar todo el jugo a una cinta tremendamente personal, onírica y admirable. Zombie ha querido fusionar sus dos grandes obsesiones, el realizador moderno y excesivo que lleva en las venas con el cinéfilo clásico que se esconde tras su vanguardista máscara.  Y la jugada no le ha salido nada mal, tal vez porque haya más de lo segundo que de lo primero. Una película, por desgracia, destinada a ser ignorada, aunque desde ya uno puede profetizar que el tiempo la pondrá en su sitio, convirtiéndola en objeto de culto para muchos.lords of salem 5

Citaba al comienzo una mítica frase y su relación con esta cinta concretamente. Una vez que se entiende aquello que se teme deja de ser una pesadilla. En cambio, el miedo a lo que desconocemos, a aquello que escapa de nuestra mente, es el más sobrecogedor. Es un estado, una ensoñación como prodigaba Poe, en donde nada es lo que parece y todo es lícito. La lógica desaparece, lo irreal se convierte en real. Y todo esto es la esencia de “The Lords of Salem”; no hay mayor temor que aquello que no se comprende y escapa a nuestra razón. Ahí es dónde, en realidad, residen nuestros verdaderos miedos.

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