INSIDIOUS, CAPÍTULO 3

FANTASMAS DEL PASADO

insidious 3.

La anunciada ausencia del cineasta James Wan en la tercera parte de su ya consolidada saga supuso un jarro de agua fría para sus incondicionales más fervientes, que temían con gran preocupación que el castillo de naipes magistralmente construido se derrumbara en manos inexpertas, poco conocedoras del tétrico y estridente universo característico del autor. Los motivos son bien lógicos: no son pocos los antecedentes que existen en este género de grandes obras, visionarias muchas de ellas, perjudicadas en exceso por unas secuelas más pendientes de explotar la gallina de los huevos de oro que de mejorar, o al menos igualar, el material de partida, precisamente cuando el alma máter abandona el territorio de rodaje.

insidious 3Leigh Whannell, protagonista de muchos de sus largometrajes (incluyendo el que nos ocupa) y admirador confeso de su filmografía, recoge el testigo y el desafío de prolongar, o más bien de comenzar, la historia de los parapsicólogos protagonistas de la pieza original, con la sensacional Lyn Shaye a la cabeza (ya convertida en la nueva Tangina Barrons del cine de terror). Y lo hace, sorprendentemente, con oficio y corrección, manteniendo en todo momento el espíritu sombrío del director malayo, con las ventajas e inconvenientes que esto conlleva (seguridad fílmica versus personalidad propia). Los pasajes comunes que transita siguen siendo presentados de forma malsana y atrayente y, si bien carece del factor sorpresa, Whannell confecciona una segunda parte con alma de precuela sólida y muy gozosa, construida bajo los cánones del terror (neo)clásico y con un manejo del miedo excelentemente dosificado.

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