HITCHCOCK/ TRUFFAUT

EL CINE, SEGÚN SUS CREADORES

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Redactar una lista de las diez mejores películas de Alfred Hitchcock es una de las tareas más duras que he experimentado en mis años de cinéfilo. Cuando crees que has elaborado la definitiva, te das cuenta de que una joya, o dos, o cinco, han quedado excluidas como si se tratasen de cintas menores. Todas, sin excepción (incluso las más denostadas -Topaz- o ignoradas -Yo confieso, Pánico en la escena-), tienen al menos una escena capaz de alterar nuestro sistema nervioso, de clavarse a fuego en nuestra cabeza y no marcharse jamás. Seguramente, el secreto de su carrera radique en la percepción que el cineasta tenía del Séptimo Arte. Lo apreciaba, palabras textuales, como expresión de máxima libertad. Disfrutaba jugando con todos los trucos que hacían mágico al cine, percibiendo al espectador como la pieza capital del mismo (cuántos directores actuales deberían aprender del maestro, dicho sea de paso).

hitchTodo su bagaje y pensamiento fílmico sólo podía ser descifrado por una mente igual de brillante. Y ese honor le tocó a François Truffaut, al cual le concedió una entrevista que se alargó durante ocho apasionantes días. Cinéfilo empedernido desde su tierna infancia, apadrinado por el crítico André Bazin, el autor de La noche americana supo entender, como pocos realizadores, su excéntrica y afilada personalidad. Por algo llevaba admirándole desde sus inicios, considerándole, en una época en la que se le contemplaba como un director de segunda, ligado únicamente al entretenimiento y sin cualidades artísticas palpables, el vértice triangular de los más grandes (los otros eran Renoir y Rossellini). De alguna manera, se sentía en deuda con el mago del suspense: Hitch lo había liberado como cineasta; Truffaut quería hacer lo propio con él.

El resultado de aquellas conversaciones se tradujo en el libro más fascinante que este arte nos ha regalado, El cine según Hitchcock, guía indispensable (y casi diría que espiritual) para entender los engranajes de la cinematografía moderna. El documental HITCHCOCK/ TRUFFAUT pone luz y sonido al material literario, por medio de cintas magnetofónicas e imágenes de archivo y los testimonios de grandes directores cuya lectura marcó un antes y después en su vida cinéfila (desde clásicos como Scorsese y Bogdanovich hasta contemporáneos como Fincher), constituyendo un genial aporte al documento escrito. La planificación de sus escenas más recordadas, desglosadas por el propio creador, el significado implícito de las mismas o la visión que tenía de los intérpretes (a los que calificaba como ganado) son un auténtico manjar para ojos de cualquier amante del celuloide.

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