REGRESIÓN

EN LAS PROFUNDIDADES DE AMÉRICA

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Posiblemente, las grandes historias de la serie de televisión Expediente X poco o nada tengan que ver con los delirios conspiranoicos que tanta fama le otorgaron. Al contrario, los mejores capítulos, sin duda, sucedían en la inhóspita América profunda, aquella invisible a ojos de los agentes Mulder y Scully, en donde toda clase de monstruos, reales, imaginarios o inconfundiblemente humanos habitaban ante el silencio y las supersticiones de los pueblerinos, escondidos en la sombra de frondosos bosques o, todavía más aterrador, infiltrados en la propia comunidad.

regresion 2Con una estética decadente próxima a estas tramas, Alejandro Amenábar vuelve a sus orígenes y, con ello, al género que mejor domina con REGRESIÓN, un thriller psicológico construido bajo los cimientos del suspense más clásico y académico. Partiendo de un material extraordinario, quizá no del todo aprovechado (o no aprovechado como a algunos gustaría), y haciendo gala de una sorprendente falta de pretensión, tan molesta en sus últimos largometrajes, el cineasta ha elaborado un film inquietante, tremendamente manipulador, sí, pero resuelto con soltura, eficacia y solidez. Y bastante gozoso, dicho sea de paso.

Demoledor retrato del folclore que ahoga los condados rurales de EEUU, su lectura, escondida bajo capas y capas de entretenimiento, está por muy encima de las imágenes que invaden la pantalla durante algo menos de dos horas. Se respira el hedor a fanatismo, al analfabetismo de finales de siglo, de una sociedad anclada en el pasado incapaz de mirar más allá de unos muros levantados por el miedo y la ignorancia y descubrir, como en la serie de Chris Carter, que la verdad está ahí fuera.

Tal vez su mayor problema radique en lo mucho que se le exige a su director. Amenábar ha querido realizar un trabajo de suspense austero, calmado, con cierto regusto a serie B. Vamos, todo lo contrario a lo que nos tiene acostumbrados, y eso puede chocar demasiado con un público deseoso por devorar una nueva obra maestra firmada por el Rey Midas español. Y es una pena. Las altas expectativas, siempre traicioneras, pueden nublar un producto más que satisfactorio.

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