EL REGALO (The gift)

DE REPENTE, UN EXTRAÑO

EL REGALO 2

El cine de intrusos fue un auténtico boom a principios de los noventa. Con el éxito de Adrian Lyne y su Atracción fatal reciente, remake encubierto de la mucho menos recordada Escalofrío en la noche de Clint Eastwood, Hollywood cayó rendido, económicamente hablando, a los pies de unas producciones comandadas por lo más variopinto del manicomio, desde niñeras con carnosos labios y cabello de ángel (la archiconocida La mano que mece la cuna) a inquilinos de dudoso equilibrio mental y/o reputación (Mujer blanca soltera busca…; De repente un extraño). Unas veces se movían por sed de venganza, descubriéndose una grotesca historia personal minutos antes de terminar el film; la mayoría, las más divertidas, por puro divertimento psicótico. A pesar de que fueron vapuleadas por la crítica (incluso la creación de Lyne, y eso que se alzó con 6 nominaciones a los Óscar, incluyendo la categoría principal), contaban con un as en la manga pocas veces reconocido por el gremio: la efectividad. Producían inquietud, verdadero desasosiego y, lo más importante, ofrecían toneladas de entretenimiento, de ahí su abultada taquilla mundial.

EL REGALOApuntada a la moda de los psycho-thrillers noventeros, EL REGALO, ópera prima del actor Joel Edgerton, cumple de forma escrupulosa con los aciertos que encumbraron a este subgénero: tensión y unos giros de guión tan declaradamente tramposos como sorprendentemente efectivos. Muy bien interpretada por todo el reparto, la película huye de la escabrosidad y del gore de diseño empapándose de un agradecido toque de Serie B y de un suspense psicológico muy bien dosificado, desembocado en un estremecedor y brillante desenlace, de esos que hacen pensar que toda la telaraña ha sido tejida por y para el remate final.

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