Archivo de Tom Hardy

VENOM

Posted in Críticas (Estrenos) with tags , , , , , , , , , , , on octubre 5, 2018 by Gonzalo Contreras

ENTRETENIMIENTO SIN PRETENSIONES

Existen dos posturas claramente enfrentadas respecto a la oleada contemporánea de cine de superhéroes. Algunos, la mayoría (o al menos, los que más ruido hacen), hablan de la época dorada del género, sobre todo si estas aventuras provienen de la todopoderosa compañía Marvel. Cada nueva película, cada nueva entrega, es recibida con multitud de elogios, con una fogosidad inusitada, con críticas perfectamente equiparables a las que reciben algunos de los mejores largometrajes de la historia del cine, llámense El padrino o cualquier pieza dirigida por un tal John Ford.

Otros, entre los que me incluyo sin ningún tipo de miramientos, calificados de haters por los entusiastas del primer párrafo, piensan que estamos ante una desproporcionadísima y sobrevalorada tanda de cintas efectivas en sus propósitos de entretener al gran público, sí, pero lejos de la majestuosidad señalada por las opiniones más fervorosas. Con excepciones muy honorables (Nolan y su caballero oscuro, joya monumental donde las haya, seguirán siendo un ejemplo de revolución artística y planificación escénica), esta nueva corriente, inviable en pasadas décadas cinematográficas, apenas aporta un mínimo de interés al imaginario colectivo de los cómic, convirtiéndose en piezas de idéntica estructura narrativa y escasos valores cinematográficos.

En este contexto llega a las carteleras VENOM, protagonizada por el villano más popular de las célebres viñetas de Spider-Man. Un film precedido por las nefastas opiniones de los críticos americanos, a pesar de ofrecer exactamente lo que promete este tipo de producciones y que, en otros casos disneyianos, no se cortan en alabar con ansia y brillo: acción a raudales, una estructura acorde con la plantilla oficial y efectos visuales abrillantados con litros de CGI.

Ahora bien, cuenta con varios ases en la manga que la transforman, para sorpresa de muchos, en una cinta digna, entretenidísima dentro de sus límites y plausible en su afán de romper, como Deadpool, con los estereotipos derrotistas tan habituales en la temática: su falta de pretensiones, lo que le permite desarrollar un estilo gamberro y desinhibido y una estética, agárrense, propia de las comedias románticas estadounidenses de los años noventa; una duración en consonancia con la simplicidad de su historia; y, por encima de todo, un camaleónico Tom Hardy, uno de los grandes actores de su generación, en un papel protagonista a lo Jekyll & Hyde. Él es la estrella de la función. Cuando el alienígena de marras se apodera de su cuerpo, especialmente en los primeros minutos de mutación, aparecen algunas de las mejores secuencias cómicas (el momento de las langostas en el restaurante) que este maltratadísimo género nos ha regalado en los últimos años. Y eso ya es todo un logro.

DUNKERQUE

Posted in Críticas (Estrenos) with tags , , , , , , , , , , , on julio 19, 2017 by Gonzalo Contreras

EL ÚLTIMO MAGO DE HOLLYWOOD

Una imagen puede expresar mucho más que la palabra más reveladora. Stanley Kubrick lo sabía muy bien. Siempre a la vanguardia de los últimos avances tecnológicos, desde sus primeros ensayos en blanco y negro hasta sus celebrados títulos a pleno color, demostró cómo el poder visual podía dibujar, por sí solo, el relato más embriagador y atrayente. Así, los planos simétricos, los travellings imposibles, con el uso de la Steadycam como colofón final, y el brillante uso de la paleta de colores como representación externa de los fantasmas que habitaban en sus personajes, unidos casi siempre a una portentosa sinfonía de fondo, se convirtieron en los verdaderos artífices narrativos de sus películas. Su modernismo gráfico, ahora clasicismo para algunos, rompió tantos muros en la mentalidad conservadora de la época que, lógicamente, sus detractores no tardaron en salir de sus cavernas. Megalómano, egocéntrico y sensacionalista fueron algunos de los adjetivos que, todavía hoy, resuenan alrededor de su leyenda. Calificativos, no por casualidad, atribuidos al promotor del largometraje que nos ocupa y, para algunos, digno heredero del cineasta británico: el ya imprescindible Christopher Nolan.

El realizador de Memento es, posiblemente, el último gran mago de la industria hollywodiense. Amado y odiado hasta extremos impensables, creador de un universo propio poblado por hombres murciélago, parábolas interestelares y submundos más allá del campo de los sueños, su capacidad de fabulación le ha permitido aunar, en un mismo envase, cine de autor y espectáculo con una maestría difícil de encontrar en el panorama actual. Y, como Kubrick (con el que comparte no pocos aspectos citados en el primer párrafo), es capaz de imprimir los tres pilares fundamentales que transforman las historias banales en épicas extraordinarias: innovación, riesgo y emoción. Términos presentes en la fascinante DUNKERQUE, crónica del rescate a contrarreloj de miles de soldados ingleses durante la Segunda Guerra Mundial y espejo, una vez más, de sus consabidas y (casi siempre) geniales inquietudes. Brillante incluso en sus pequeñas imperfecciones, pulida en sus chascarrillos más enjuiciados (queda claro lo que muchos sosteníamos: cuanto menos explica, más sobrecogimiento transmite), su nuevo proyecto significa un punto y aparte en la carrera del cineasta, así como su trabajo más maduro hasta la fecha y, con toda probabilidad, el que marcará los nuevos parámetros creativos de su filmografía. Y todo ello sin renegar de los grandes artesanos clásicos.

En Dunkerque no importa el qué, sino el cómo. De esta manera, las kilométricas playas francesas de la contienda son visualizadas como una especie de limbo detenido en los límites del espacio y tiempo en donde el enemigo nazi (y he aquí la gran proeza del film) se refleja como un destructor invisible, oculto entre las tiras de celuloide, alegoría final de esa presencia maligna que va devorando las páginas de Casa Tomada de Cortázar. Con escenas destinadas a clavarse de por vida en la retina, el visionario director ha engendrado un mastodonte de tan solo 104 minutos de duración en el que la milimétrica composición de los encuadres y planos, vibrantes de un inspirador patriotismo administrado en sus justas dosis y acompañados por una claustrofóbica partitura de Hans Zimmer, altera los nervios del público hasta el punto de mantener la sangre en un perpetuo estado de ebullición. Una odisea bélica difícil de describir, pero inmensamente placentera de experimentar.

EL RENACIDO (The revenant)

Posted in Críticas (Estrenos) with tags , , , , , , , , , , , , , on enero 25, 2016 by Gonzalo Contreras

DEVORADO POR LA NATURALEZA

el renacido

El exceso de pretensiones, ya lo hemos comentado muchas veces, puede jugar en contra de un largometraje con todos los ingredientes, a priori, para triunfar en cada campo cinematográfico. La brillantez formal, característica básica de este tipo de casos, normalmente palpable en el terreno visual e interpretativo, tropieza con unos intereses no siempre calculados por parte del director en cuestión. Se busca de una forma tan indómita la perfección que, lo que tendría que resultar glorioso y fascinante, se torna brusco y reiterativo. Algo así ocurre con la última película de Alejandro González Iñárritu. Visualmente bellísima, EL RENACIDO no es, empero, la gran película que esperábamos. Tampoco es mala, ni mucho menos (decir esto sería una falacia). Es, simplemente, un buen producto, en el sentido menos halagador y más justo del término, eso sí.

Elel renacido 2 realizador de la excepcional Birdman acierta en convertir a la naturaleza (animal, paisajística y sensorial) en un personaje más. La grandeza y esplendor de los parajes, la desolación que transmiten en su amplitud y el salvajismo siempre latente acentúan este amargo relato de venganza y justicia, esqueléticamente muy parecida a la poco recordada El hombre de tierra salvaje. Los planos secuencia, marca de la casa, se muestran coherentes con la trama, subrayando el ambiente hostil y claustrofóbico que rodea a sus personajes y ofreciéndonos magnífico material como la ya famosa secuencia del ataque del oso. Y cuando surge el western sucio y crepuscular que debía haber sido desde el comienzo hasta el desenlace, la película adquiere cotas de auténtico cine (véase la escena de apertura).

Paradójicamente, y aquí empezamos con los peros, su mayor virtud (el protagonismo del entorno natural como parte existencial del propio ser humano) se transforma en un defecto importante por culpa de las ambiciones desmesuradas de Iñárritu. El cineasta adopta un tono lírico próximo al Malick más trascendental y creacionista que choca con el argumento base, de estructura mucho simple y arquetípica. El misticismo, la evocación continua del paisaje y su, en ocasiones, desesperante actitud contemplativa, merman un ritmo narrativo ya de por sí lastrado por una duración totalmente desproporcionada. Hay momentos de épica, sí, pero también de tedio y aburrimiento. Y al final, a uno le queda la sensación de que la naturaleza misma devora a la historia, las interpretaciones, comandadas por unos entregados Di Caprio (con un nivel de supervivencia que cruza la inverosimilitud) y Hardy, y la majestuosidad que encerraba el proyecto. Porque si Iñárritu hubiera controlado sus ansias perfeccionistas más kubrickianas en favor de la emoción más fordiana, El renacido podría haber sido grande. Muy grande.

MAD MAX: FURIA EN LA CARRETERA

Posted in Críticas (Estrenos) with tags , , , , , , , , , , , , on May 15, 2015 by Gonzalo Contreras

APOCALIPSIS APOTEÓSICO

mad max

Salvaje, atronadora, el cine espectáculo llevado a su máxima expresión. Muchas horas después de su visionado, sus imágenes todavía “descarrilan” en mi recuerdo. La cuarta entrega de la contracultural Mad Max, salvajes de autopista, exponente fundamental del llamado cine de culto y cinta que encumbrara, con permiso de armas letales, a Mel Gibson como prototipo del héroe de acción, ha dado la campanada hasta extremos alucinógenos, ni siquiera soñados por los propios admiradores. Seguramente mucha parte de culpa la tenga su director George Miller, realizador de la saga original y fiel defensor, desde tiempos ya lejanos, de revitalizar la trilogía con una nueva entrega. Como padre creador, conoce perfectamente los mecanismos y engranajes de su criatura, potenciando sus cualidades artísticas más conseguidas y perdurables e ignorando aquéllas más desafinadas, tan abundantes en su rimbombante tercera parte. Sobre el papel, la apuesta no puede ser más jugosa; en pantalla, Miller consigue lo impensable: reconciliarnos con las secuelas tardías, gracias a su hábil conjunción de nueva entrega y reboot “todo en uno”.

mad max 2¿El mejor blockbuster del año? Atendiendo a la fórmula calidad – exhibición, probablemente no encontremos nada igual. Brillante, adictiva, agotadora, una burrada milimétricamente calculada, visualmente apoteósica. ¿Su secreto? No sólo recupera el espíritu ochentero y de serie B tan característico de la saga sino que lo actualiza con gran inteligencia, adaptándolo a las demandas de las nuevas generaciones. Una película que huele al mejor y más polvoriento western, a las grandes aventuras circenses, a clásico instantáneo, de la que uno sale exhausto, con la adrenalina disparada. Los fans, seguramente, ya se estarán frotando las manos; los nuevos, seguro, no se harán esperar.

LA ENTREGA (The drop)

Posted in Críticas (Estrenos) with tags , , , , , , , on septiembre 27, 2014 by Gonzalo Contreras

CACHORRO DE PIT BULL

la entrega

Es un hecho: el universo de Dennis Lehane, guionista del film que nos ocupa, se amolda perfectamente a la cámara cinematográfica. Buena muestra de ello se encuentra en obras como Mystic River, Adiós, pequeña, adiós y, sobre todo, en esa perturbadora joya no del todo valorada titulada Shutter Island. Sus historias, ásperas e inquietantes, pinceladas con un extraño aroma a cine negro, nunca están protagonizadas por seres triunfadores. Al contrario; a Lehane le interesa mucho más la peste que se oculta en las grandes urbes. Gentes con turbio pasado, en muchos casos implacables, que se mueven entre la sociedad sin aparentar lo que realmente son: perdedores que creen seguir estando en primera línea delictiva, desdichados marcados desde niño por un futuro desolador u hombres afables que esconden un animal salvaje en su interior.
Sus constantes, siempre efectivas, también se presentan en la triste despedida de Tony Soprano. Perdón, James Gandolfini. Una cinta oscura, violenta e incómoda, una olla a presión lista para estallar en cualquier momento. Con todas las consecuencias.

la entrega 3Como los buenos maestros, Lehane cuece su historia a fuego lento; para conocer sus propósitos, primero, debemos conocer a sus personajes, interpretados en esta ocasión por Tom Hardy (fantástico como viene siendo habitual), un camarero de misa semanal (que no de comunión; demasiados son los pecados que arrastra) retraído y disciplinado, y el citado Gandolfini, administrador del bar en el que trabaja Hardy y cómplice de los trapicheos organizados por la mafia una vez la noche cae sobre la ciudad. Dos personajes con muchas cosas que callar y otras tantas que contar. Sin prisa, pero sin pausa, iremos conociendo sus verdaderos rostros, aunque no será hasta los últimos y excelentes minutos cuando todas nuestras dudas y sospechas vean la luz; los canallas retomarán su posición y las bestias despertarán de su letargo. Y como extraño y atípico detonante del conflicto, un pequeño cachorro de Pit bull. Dócil, manejable, ideal como compañero de juegos. Pero cuidado; no se fíen de este tipo de raza. Por si las moscas…

LOCKE

Posted in Críticas (Estrenos), Próximamente with tags , , , , , , , , on julio 27, 2014 by Gonzalo Contreras

CURVAS Y BIODRAMINALocke

El estilismo como ejercicio cinematográfico, y el poder de la imagen como punto focal de la narración. Es la definición instantánea que me viene a la mente después de recorrer junto a Ivan Locke las nocturnas carreteras de la ciudad y, de paso, las de su propia mente (también, bastante sombrías). Steven Knight, guionista de la notable Promesas del este, se propone estrujar nuestro estómago, remover las tripas y demostrar cómo podemos ser protagonistas, con un simple giro a la derecha, del thriller más claustrofóbico y visceral de nuestras vidas, y sin salir de un lujoso BMW de categoría familiar. Toda un experiencia.
Sentimos en nuestro propio pellejo la angustia existencial del protagonista, un hombre extremadamente controlador que, de la noche a la mañana, verá truncada su vida por un desliz del pasado. En pocos minutos, todos sus logros, familiares y laborales, se derrumbarán como la zona que tenía previsto demoler al día siguiente, mientras las sombras del pasado, siempre en cuarentena, acechan en el asiento de detrás.

LockeTom Hardy aprovecha al máximo un vehículo destinado a su lucimiento, metafórica y literalmente hablando. Sus nervios y esa ira indefinible que va supurando en piel calan en un espectador que pide a gritos salir del coche, expulsar dióxido y respirar aire fresco. Una incómoda sensación potenciada por el virtuosismo plástico del film, soberbio, caracterizado por la constante fusión del rostro del actor con las mareantes autopistas que transita.

Como suele ocurrir en este tipo de propuestas tan minimalistas, durante el trayecto uno se pregunta si el envoltorio disfraza en demasía un argumento más simple de lo que parece, y si algunos de los soliloquios recitados por nuestro protagonista, sobre todo los más freudianos (innecesariamente explícitos), no están de más. Pero poco importa; el experimento físico está por encima del carácter fílmico y, como tal, convence. Con LOCKE ha nacido una nueva obra de culto.