LOS QUE VAN A ACTUAR TE SALUDAN
La afilada e incisiva pluma de los hermanos Coen no deja títere con cabeza. Después de recorrer los senderos de la derrota a través del cantante de folk Llewyn Davis, le toca el turno al Hollywood de la época dorada en ¡AVE, CÉSAR!, su última película. Monumento al star system actual, es, a veces, una divertida sátira de los entresijos de los Estudios; otras, un sorprendente y muy apreciable homenaje al cine clásico. Independientemente, ambas vertientes tienen alma, peso, están dirigidas con gusto y con la genialidad propia de sus directores. El problema aparece cuando las dos partes se amoldan formando un todo. Extrañamente, el film no acaba de encontrar un equilibrio narrativo entre crítica y evocación, resultando mucho más apreciable como sucesión de sketchs que como largometraje en sí.
No obstante, no nos pongamos quisquillosos: si bien podríamos considerarla una película fallida, la cantidad de momentos gloriosos que nos regala gracias a su mala baba y comicidad hacen de ella un entretenimiento de lo más gozoso. De hecho, se me ocurren varias razones por las cuales tenerla muy en cuenta: la primera, convertir la figura del productor cinematográfico en un samaritano protector de sus estrellas y buscador del karma que devuelva, a golpe de talón, la paz a la Fábrica de sueños; la segunda, la increíble vis cómica del guión (el episodio del vaquero a lo “John Wayne” metido a galán de etiqueta es antológico, así como el de los guionistas comunistas con ínfulas capitalistas); y, por último, la postal coral tan brillante que hace de aquellos años. Las referencias a personalidades del medio, sin nombres registrados pero reconocibles, es alargada: Gene Kelly, Robert Taylor versión Quo Vadis?, una perversa Esther Williams e incluso la malévola columnista Hedda Hopper, toda una eminencia de la época, son algunas de las glamourosas estrellas que se pasean delante de cámara. Poner nombre a tanto rostro, eso sí, será un placer limitado a los espectadores más cinéfilos.