LUZ EN LA OSCURIDAD
Hay actores que han nacido para iluminar cualquier proyecto en el que estén involucrados, por muchas deficiencias y aspectos mejorables que estos presenten. Este es el caso de Jessica Chastain. Desde que robara plano a compañeras de la talla de Octavia Spencer y Viola Davis en Criadas y señoras, fascinara con su creación de esa especie de señora Danvers más psicótica si cabe en la fascinante La cumbre escarlata y compusiera la mejor y más inclasificable femme fatale del cine reciente en la infravalorada (e inmensa) El año más violento, la intérprete se ha convertido, con el tiempo, en el último diamante en bruto del Hollywood actual. Y por méritos propios. El poder magnético que desprende su mirada, su versatilidad y la aparente facilidad de desgranar las emociones de los personajes que representa han sido capaces de convertir la mayoría de sus propuestas, algunas insustanciales sobre papel, en productos considerablemente satisfactorios.
LA CASA DE LA ESPERANZA, enésimo vehículo para el lucimiento de la actriz (aquí también productora), prosigue la estela de películas tan memorables como Escarlata y negro y La Lista de Schindler retratando la historia real de un matrimonio polaco que, durante los infames años de la invasión nazi, dio cobijo a cientos de judíos en los sótanos del zoológico que poseía en Varsovia. Si bien no alcanza la complejidad interpretativa de la primera ni la maestría de la cinta de Spielberg, dejándose llevar por ciertos convencionalismos de la temática, sí consigue momentos de notable brillantez (la conversación de Chastain y la joven vilipendiada por los soldados alemanes, de una exquisita belleza subrayada por una arriesgadísima frialdad) gracias a una dirección muy cuidada de Niki Caro, quien sabe esquivar con soltura el sentimentalismo fácil en favor de la emoción sincera.
La espectacular caracterización de la pelirroja de oro, protagonista absoluta del film, hace el resto: sin ella, la película sería un documento más sobre los horrores del Holocausto, destacando más por sus intenciones y aspectos didácticos que por sus resultados artísticos; con Chastain al frente, La casa de la esperanza se transforma en una producción superior, más que apreciable. Y cuando ajusta las teclas pertinentes, realmente conmovedora.